El amor a primera vista si existe, es Tokyo
En estos días y gracias a la tecnología de Instagram y facebook estoy recordando, una a una, las anécdotas e historias de mi viaje a Tokyo en 2018.-
Hace unos años (2018) estaba en la otra punta del mundo (literal). En un lugar al que soñé ir por muchos años y que me deslumbro desde el momento cero.
Japón es un país increíble, seguramente el más increíble que conocí en mi vida y Tokyo es una ciudad que te deja sin palabras. Imposible no caer ante sus encantos.
Despues de 32hs de vuelo, si!! 32!!!, me baje en Narita (el aeropuerto de Tokyo) sin entender absolutamente nada. En la primera esquina del pasillo me esperaba un robot, para darme la bienvenida. Crei haber viajado a otro planeta, pero no, resulta que ese robot tan simpático es tan común en tokyo como el choripán en argentina y está en todos los lados.
En migraciones, presente mi pasaporte y saben que me pusieron? (no, un sello no!) un sticker. Un sticker que tiene un código de barras, que en las tiendas escanean para hacerte automáticamente el tax free. Nada de filas, de devoluciones en efectivo en el aeropuerto, esto es realmente el primer mundo.
Después de esto me tome el subte y, para hacer combinación apareci en medio de la ciudad, por favor lo que es la primera experiencia con Tokyo!!! Di media vuelta con la boca y los ojos bien abiertos hasta que se me empañaron de lágrimas y deje de ver por un momento. Necesitaba llorar, mucho! Porque me dolían las piernas, me dolia el cuello, las rodillas pero a pesar de todo eso estaba sumamente feliz, estaba hecha, realizada, estaba en Japón!!
No quería irme de ese lugar jamas, ni a lugares mejores, ni a casa ni a lugares conocidos. Quería quedarme ahí observando y mirando cada detalle. Aunque, por supuesto, tuve que seguir con mi valija y mis cosas para hacer el check in y poder, más ligera de cuerpo, salir a recorrer.
Mi barrio elegido para el hospedaje fue shijuku, el mismo que elegiría mil veces más. Es practico, cerca de todo, cómodo, hermoso, lleno de tiendas, de personas (todo está lleno de personas en tokyo), de lugares para comer y con una vida nocturna de envidia.
Cargue mi valija por esas calles con una necesidad extrema de entrar a todos lados, de comprar y probar todo y de vivir esa experiencia ya, en ese mismo instante. No quería perderme nada y tokyo es una ciudad que te sobre-estimula tanto que sentís una ansiedad constante de prestar atención, de mirar, de escuchar, de todo.
Al final el primer día deje las valijas y sali a recorrer, me meti en tiendas, en locales, tome jugos raros y compre en el super. Ya para la noche no podía mas estaba demasiado nerviosa, demasiado ansiosa, demasiado feliz para dormir. Pero tambien demasiado cansada para seguir andando, comi y me fui a domir como a las 12 o antes tal vez.
Sin sentido y de un salto a las 4 am me desperté, con un nudito en la panza de emoción. Asi descubri que el jet lag existe, que es real, que el cuerpo piensa cualquier cosa y actúa en función de lo que suele hace, que la rutina es tan propia de nosotros como la necesidad de respirar y que por más que queramos huir de los clishes, la vida está llena de ellos.
Otro dia les cuento como me comi una sopa de fideos a las 4 de la mañana post viaje a Asia, pero esto es para otro posteo. Lo prometo!.-