Por qué vivo en Barcelona

Hoy les voy a contar como fue que terminamos emigrando a Barcelona porque no, no fue nuestra primera opción, pero si la última. Mirando hacia atrás, puedo decir que fue la mejor decisión que podríamos haber tomado, aunque en principio no nos convencía nada.

Desde que nos conocimos sabíamos que íbamos a emigrar, ambos lo estábamos planeando y solo aunamos esfuerzos y ganas para que sea un plan conjunto.

Por suerte, o por desgracia, ninguno de los dos tenia una ciudad elegida así que esta carga recaía en los nosotros del futuro.

Teníamos en claro que si o si queríamos ir a Europa y que la ciudad que eligiéramos tenia que gustarnos a ambos y hacernos sentir cómodos. Para ese entonces conocíamos unas 50 ciudades de Europa y podíamos, cómodamente, decidir con experiencia propia (esto nos resultó clave).


Después de hacer una lista larga, una mas corta, una wish list y otros cuadros más decidimos que como primera idea íbamos a ir a Londres. Es una de mis ciudades favoritas, al ingeniero le encanta (vive Digweed ahí), hablamos el idioma y la oferta laboral era enorme. 

Investigamos bastante sobre Londres, así como sobre otras ciudades que no habíamos descartado hasta que, el hecho de llevar a Aldo nos entorpecía un poco el plan (otro día les cuento lo que hay que hacer para llevar a un animal a Londres, descartado que Aldo pase por eso). De todas maneras, esa era la opción mas fuerte por lo que decidimos avanzar por ahí. 

Todo cambio cuando el ingeniero actualizo su estado de Linkedin (post avisar en el trabajo) a “en búsqueda activa” y puso su locación en Europa. De un momento a otro empezaron a llamarlo de todos lados, de lugares que ni siquiera habíamos planteado como opción. 

Empezó a tener varias propuestas, de las que recuerdo más fuerte tuvimos una de Polonia, una de Frankfurt y una de Montenegro. Sepan que en un momento barajamos con fuerza la de Montenegro, era bastante difícil de rechazar.

En el medio, habíamos decidido medio tácitamente que íbamos a ir a Madrid. No era nuestra opción favorita y teníamos muy en claro que era pasajero, pero era una buena entrada para Europa y seguro ahí ambos nos acomodábamos bien laboralmente (esa era nuestra primera preocupación), además que Aldo viajaba con nosotros y en vuelo directo.

Paralelamente estaba avanzando muy firmemente con una empresa inglesa, ya había pasado varias entrevistas, un par de exámenes y solo quedaba que le hagan la propuesta si lo consideraban.

habíamos decidido que ambos no podíamos con todo, fue una gran decisión, por lo que el se encargaba de la búsqueda laboral y yo de todo lo referido a tramites, papeles, cerrar cosas en argentina, etc. Había semanas en que casi no coincidíamos entre papeles y entrevistas, cuando él no estaba trabajando (aun trabajábamos ambos) estaba estudiando o presentándose a un examen; cuando yo no estaba en cancillería, estaba en un curso o en lo de algún traductor o abogado. Fueron tiempos de mucho caos y estrés, pero valió la pena. 

El tiempo pasaba (el tiempo fue un mes, pero todo es largo cuando estas por emigrar) y más allá de las miles de entrevistas aun no teníamos una propuesta aceptada (ya habíamos rechazado Montenegro y Polonia). Así que decidimos bookear un Airbnb en Madrid “por las dudas”.

A principios de febrero, un mediodía, estaba en la piedad de microcentro comprando sándwiches de miga (inolvidable) y me llama el ingeniero, nuestra charla fue más o menos así:

Yo: hola, estoy en la calle

Él: hola, nos cagaron la vida, gorda.

La empresa inglesa con la que venia teniendo varias entrevistas decidió avanzar con la propuesta, una que ni en mis sueños más fantasiosos podría haber imaginado y que, además, nos daba tiempo de acomodarnos y viajar cuando quisiéramos (ya teníamos vuelos para marzo)

nos cagaron la vida gorda”, yo aun no entendía esa frase, esto era maravilloso, esto era genial, ah! Esto era en Barcelona.

¿Qué?, si Barcelona ni estaba en nuestros planes, si ya la conocíamos y de vivir ahí ni hablar. Bueno, peor era no tener trabajo.

Decidimos que sería Barcelona, así como Madrid, ya sabíamos que iba a ser un lugar de paso (pues no). Un tiempito para acomodarnos y listo, al final del día había mucha gente que amaba Barcelona y, tal vez, los equivocados éramos nosotros (pues sí). 

Nos llevó unos pocos días darnos cuenta de que nuestra percepción no era correcta y solo algunos meses enamorarnos perdidamente de esta ciudad. Barcelona no es una ciudad para visitarla, es una ciudad para vivirla, para hacerla parte.

Barcelona no es solo un mar mediterráneo de ensueño, un pan con tomate a la mañana o una fiesta en cada esquina. Barcelona es algo que solo sentimos los que vivimos acá y que es intransmisible para el que esta de paso, es eso difícil de explicar que se siente en el alma. 

Hay un momento clave en que te despertas, como cualquier día, pero las cosas cambiaron. Esta es tu ciudad, es tu lugar, es el lugar al que queres volver después de algunos días lejos. Alguien, antes de mudarme, me dijo que “Barcelona lo tiene todo” y si, nada mas acertado. 

Un consejo: vivan las ciudades, elijan con la cabeza y con el corazón, no tengan miedo a equivocarse, de la aventura puede salir algo hermoso y, quien dice, si aun no la encontraron encuentren su Barcelona.

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